martes, 1 de julio de 2008

Daniela Rodriguez

Rosario en el 2050

Corría el año 2050, estaba yo parada en la esquina de Córdoba y Mitre cuando vi pasar al hombre más bello que había visto en mi vida. Un hombre rubio de ojos celestes con rasgos orientales, de tez cetrina, músculos que demostraban prácticas deportivas asiduas.
Inmediatamente decidí conocerlo, lo seguí un par de cuadras para conocer su destino y así nos fuimos alejando del centro.
Varias veces él miró sobre su hombro intuyendo que alguien lo seguía. Hubiera sido mejor seguirlo en auto pero ya no podía recordar cuantos meses habían transcurrido desde la última vez que había conseguido combustible para algunos de mis autos.
No se conseguía gas ni alconafta ni diesel, hacía por lo menos diez años que no se conseguía nafta, solo podía caminar. La bicicleta era una alternativa pero se había agotado el caucho y no podía renovar las cubiertas. A la vuelta de una esquina en la que él se me adelantó al girar, me topé con él esperándome de frente..
El impacto me dejó muda, el elocuentemente me pidió explicaciones sobre la causa de mi persecución.
Al recuperarme de la sorpresa y en una época que las mujeres podemos decir lo que queremos sin temor a ser juzgadas, le expresé toda mi admiración por su belleza. Se rió a carcajadas durante unos segundos.
No entendí el motivo de la risa y me sentí avergonzada mientras mi mente imaginaba distintas razones para esas carcajadas.
Al fin terminó la risa y poniéndose serio me dijo: “ aquí cerca hay un bar , podemos compartir un vaso de agua”.
Respondí afirmativamente mientras caminaba a su lado escuché que este hermoso hombre era un adinerado, el agua era la bebida más costosa que podíamos disfrutar en pequeñas botellas de cristal de 100 cc, eran prácticamente inaccesibles para la mayoría de los mortales.
Disfrutamos de ella, sentados cómodamente en unos asientos que nos hacían levitar con aire caliente, confortable
Después de una larga charla me pidió que lo acompañara hasta su vehiculo. Muy poco había averiguado sobre él, pero en ese momento conocía hasta los más mínimos detalle de mí.
Llegamos a un edificio, presionó un botón, yo pensé que era un garage. Efectivamente, salió de él una luz intensa, cuando bajó su intensidad pude vislumbrar una esfera con luces brillantes alternando colores suaves y un sonido metálico me indicó que algo se abría; de lo que parecía la puerta se deslizó una escalerita.
Mi grato acompañante me dio un abrazo y corrió hacia la puerta.
Ya en el primer escalón de algún lugar de su cuerpo abrió un cierre entero y completo y emergió de tan hermosa vestidura un extraterrestre de color azul, más parecido a un pitufo que a un bello Adonis. Saludando con sus tres dedos subió corriendo y partió rápidamente hacia el cielo. En ese momento me llevé una gran desilusión y aprendí a no enamorarme de la belleza de3 un hombre sin antes haberlo conocido.
Después de todo esto que me ocurrió seguí adelante, según mi camino pensando en el hombre tan bello y perfecto que terminó siendo un extraterrestre.
Daniela Rodriguez

3 comentarios:

Anónimo dijo...

felicitaciones por este cuento tan creativo esta muy bueno con mucha imaginacion ..besos

Anónimo dijo...

felicitasiones a la alumna que tuvo mucha imaginacion y esmero por su cuento y que en su futuro sea lo mejor que desee muchas felicidades besos

Anónimo dijo...

esta muy bueno el cuento besitos