lunes, 2 de junio de 2008

Pamela Vitale

ROSARIO EN EL 2050

El acuerdo misterioso

Era de madrugada, todavía no había amanecido, pero igual tenía que levantarse.
Matías se levantó, se peinó, desayunó y abrió la puerta de calle.
Cuando salió sintió ese aroma metálico y a aire contaminado que impregnaba toda la ciudad de Rosario. Se dirigió por el callejón apenas iluminado por los primeros faroles y partió rumbo a su trabajo.
“Contrabando”, dijo a la grabadora escondida tras unos cajones de cerveza. Desde el final del callejón, un hombre alto y bien dotado de músculos le hizo señas para que se acercara.
Matías entró y saludó a León, el hijo y mano derecha del jefe. Se identificó, le informaron la misión del día y salió con su compañero de trabajo, Diego, a recorrer la ciudad en busca de alguna presa fácil. Su trabajo era controlar que ninguna persona se pasase de lista con la entrega de mercadería. De modo que se dirigieron al primer lugar
de entrega.
El camión ya estaba esperando, se hizo un intercambio de mercaderías sin problemas hasta que se apagaron las luces. En el muelle solo hubo confusión, tiros y gritos durante cinco minutos. Matías y Diego estaban inmóviles en el auto, nunca habían tenido esta clase de problemas ya que eran novatos.
Matías fue el primero en reaccionar, tomó su arma y salió sigilosamente del auto y se dirigió hacia donde hace unos momentos se habían oído los disparos.
Pero cuando llegó al lugar las luces se habían encendido y había quedado desprotegido en el medio del lugar de los hechos.
De pronto una neblina cubría el lugar y todo era más bien parecido a una película de terror. Había un silencio inquietante, diversas y difusas sombras se movían un poco más allá. Y de repente todas las luces se apagaron y el silencio fue total.
Matías se despertó dos horas más tarde con un fuerte dolor de cabeza en los primeros segundos que abrió los ojos sintió un fuerte mareo que lo obligó una vez más a cerrar los ojos. A pesar de esto seguía recordándolo todo y lo peor es que estaba muy conciente de que nada bueno lo aguardaba.
Un par de horas más tarde un hombre encapuchado y con traje negro se le acercó. Detrás de él había dos tipos más que seguramente serían sus guardaespaldas ¿Sabés por qué te trajeron aquí? – preguntó e hombre.

Matías estaba demasiado asustado como para hablar así que negó con la cabeza.
-Pues verás, le dijo el hombre: nosotros somos como el FBI, nuestro trabajo es detener el contrabando ilegal. Mis fuentes me informaron que eres novato, no tenés antecedentes, y como todos buscamos un trabajo para sobrevivir, digamos que no cometiste ningún ilícito.
-Bueno, dijo al fin Matías – si no cometí ningún delito ¿qué hago aquí? ¡qué pasó con mis compañeros?
-Tus amigos están bien- Ellos provocaron los disparos, se asustaron y huyeron. Además todo fue planeado para atraerte hasta aquí-
-Y entonces, ¿qué es lo que quieren?
- Solo información, tú nos das los datos y a cambio te liberamos. demás podés unirte a nuestra brigada, te otorgamos seguridad y hasta una nueva identidad. Ah, y por supuesto una buena paga. ¿Qué dices?
- Muy buena oferta pero todavía no entiendo ¿por qué yo y no otro?
-Si tre unes a nosotros, algún día te responderé, pero mientras tanto necesito esos datos.
- Me juego la vida, pero todo sea para que esta ciudad sea un poco más segura.
Y así fue. Mientras Matías le dio datos precisos, nombres, ubicación, punto de encuentro, todo. A todos, inclusive al jefe, se lo llevaron a la cárcel. No recuerdo cuántos años de prisión le dieron, pero fueron muchos.
Sin dudas, la ciudad mejoró.
Matías formó una familia y tiene una doble vida secreta, pero es feliz, aunque sigue sin saber por qué y quién lo eligió a él. Aunque a veces hay cosas que mejor no saber…

Pamela Vitale

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